Muhammad Alí: la foto que consolidó al personaje
La historia de la imagen del knock out a Sonny Liston, que ayudó como pocas a llevar la figura del púgil a lo más alto de la historia del boxeo.
Por Pablo Strozza
El 25 de mayo de 1965 en el estado de Maine, en los Estados Unidos de América, se produjo la revancha de la pelea que la revista Sports Illustrated consagró como el acontecimiento deportivo más importante del Siglo XX: aquella en la que, poco más de un año atrás y contra todo pronóstico Cassius Clay, luego conocido tras su conversión al islamismo como Muhammad Alí, despojó del campeonato mundial de los pesos pesados de boxeo a Sonny Liston en seis rounds.
Y si la primera versión de Alí versus Liston fue histórica, la segunda también lo sería: Alí derrotó a su oponente por knock out en el primer round, con un golpe que pocos pudieron ver en el momento por su precisión, su corto recorrido y su justeza, y al que tras el encuentro se lo empezó a denominar como “golpe fantasma”. Pero esa no es la imagen que todos tienen presente de esa jornada. El retrato que todos conocen es el de un Alí gritándole a Liston, que estaba en la lona por la trompada, “¡Levantate y peleá, desgraciado!”, con el brazo izquierdo caído y el derecho desafiante, gracias al puño enguantado a la altura de su hombro.
Según cuenta el periodista David Remnick (ganador del Premio Pulitzer y actual editor general de The New Yorker) en el libro King of the World (1998, traducido al español como Rey del mundo tres años después), esa fotografía fue tomada por un entonces joven reportero gráfico de Sports Illustrated llamado Neil Leifer. “Puede que incluso esta sea la mejor imagen perdurable de Alí en un cuadrilátero”, escribió Remnick. Pero lo más interesante para nuestro estudio es el testimonio que brindó el fotógrafo. “El boxeo, para el fotógrafo, consistía en adelantarse (…) Aún no poseíamos la super tecnología, pero en los principios de la carrera de Alí nuestra situación era mejor de lo que sería más tarde. Había tres cuerdas, no cuatro. Había menos luces, de modo que el fondo salía negro. No había publicidades de autos o de cervezas en el ring. La gente fumaba, y el humo ponía un toque dramático en el ambiente. Todo eso fue antes de que la televisión se deshiciera de los flashes, para poder iluminar más dramáticamente. En ese entonces, las imágenes eran más poéticas”, afirmó Leifer, en una involuntaria pero genial clase de luces y puesta en escena para profesionales y aficionados al arte de sacar fotos.
Y en cuanto a la foto que lo llevó a la fama, Remnick da en el clavo al señalar que “Leifer gozó de dos ventajas: la poesía y la suerte”. Pero, de nuevo, mejor que el autor de ese ícono de la foto periodística recuerde como realizó su obra maestra y cuál fue su derrotero. “Estaba en el sitio adecuado. Tenía visión directa, sin el árbitro de por medio. Nos habíamos pasado tres días iluminando el ring, sobornando a los electricistas del lugar. Las luces nos la prestó el hipódromo Roosevelt, de Long Island -cuarenta condensadores de casi cuarenta kilos cada uno- y las llevamos a Maine en camión. Todo salió perfecto. Mientras tomaba la foto supe que era perfecta. Lo único que para la tapa de la revista se utilizó una de las fotos que sacó mi colega George Silk (del momento del golpe) y la mía la pusieron adentro, con la crónica de la pelea”.
“¡Levantate y peleá, desgraciado!”. Esa imagen, ese alarido que sale de una boca en donde sobresale un protector de golpes, los músculos marcados, el pantalón Everlast blanco (en esa época de TV blanco y negro el reglamento exigía que el campeón luciera pantalón blanco y el retador negro, para facilitar la identificación del espectador al momento de la transmisión). Más allá del show, del circo (muchos lo consideran aún hoy uno de los primeros raperos de la historia, por su costumbre de pronosticar en forma de verso el round en el que noquearía a su adversario) y de su compromiso racial y político al negarse a ir a la guerra de Vietnam, la foto de Neil Leifer asentó la figura de Muhammad Alí. Y sin caer en ninguna hipérbole, ayudó a cimentar su mito. No olvidemos que, como boxeador, hasta supo vencer a Superman. Pero esa historia la dejamos para cuando lleguemos a ese momento de la cursada.