Cada fotografía implica un recorte, un fragmento congelado de tiempo y espacio. Cada fotografía es un universo en sí mismo, pero su contexto es limitado, finito.
Fotografiar puede ser observar un objeto, analizar su forma y entender su contexto para disparar un mensaje. Y no necesariamente un mensaje literal, traducible a palabras: bien puede ser una sensación o un sentimiento.