El video, la fotografía, el dibujo, en tanto medios de representación, parecen entablar un contrato tácito con el mundo: mirarlo, encuadrarlo, reproducirlo.
Toda imagen requiere de algún tipo de tecnología para su fabricación, sean utensilios y habilidades básicas o el cálculo más complejo. Por lo tanto resulta imposible separar la técnica de la estética en la generación de imágenes.
El desafío está en el montaje, en cómo encadenar los frames y lograr que se relacionen de manera pensada y armónica, y que al final de la secuencia se lean como una unidad de sentido.