Otros marcos y ventanas. El color hacia adentro
«Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti» —Friedrich Nietzsche.
Por Lara Arellano
Colaboradores: Adrian Cattalini, Alexis Francisco, Micaela Schiaffino
El video, la fotografía, el dibujo, en tanto medios de representación, parecen entablar un contrato tácito con el mundo: mirarlo, encuadrarlo, reproducirlo. Dicho contrato se encuentra sostenido a partir de una larga tradición: la historia de las imágenes y sus máquinas que nacen a partir de la invención de la perspectiva como dispositivo de representación de lo real.
La historia de las máquinas de imágenes viene a reproducir una relación entre el mundo (objeto) y una mirada (sujeto). Dicha relación, mediada por estos dispositivos, parece establecer una dirección manifiesta y de ida, que se lanza desde el ojo hacia el afuera. Pero también, y no de forma tan evidente, dicha relación puede liberarse en un recorrido de vuelta, que hunde la mirada hacia un adentro. Este ojo que se mira a sí mismo y como en un juego de espejos logra palpar lo infinito de un sujeto sin bordes.
La interioridad parece cruzar inexorablemente la circunstancia de aislamiento social en la que nos encontramos. El silencio, las imágenes internas, los rincones desolados de una casa, parecen ser hoy el repositorio perceptual de un paisaje que es más interno que externo. Quizás en este paisaje tan cotidiano y al mismo tiempo tan desconocido podamos encontrar otras miradas, otros marcos, otras percepciones.
Tal vez la obra más emblemática a la hora de encontrar un referente es la película “El ángel exterminador” de Luis Buñuel (1962).
Sin lógicas narrativas y sin premisas Buñuel atrapa a sus personajes. Desde un claustrofóbico confinamiento los protagonistas deben enfrentarse con una oscuridad, que parece emerger al abolir el uso del tiempo y el espacio, propio de una clase social burguesa. Esa sombra que habita en silencio, y que necesita de condiciones extremas para aparecer y transgredir el mundo entero de la regla y la norma.
Una mirada interior ¿no es acaso una mirada que mira el abismo del vacío desde los silencios y de los blancos? Nam June Paik en 1964 se pronuncia desde la intención de vaciar la pantalla con su obra “Zen for film”.
Una hora de película completamente velada y vacía que es luego proyectada recogiendo rastros de polvo y de partículas. Elementos propios de la materialidad con la que este gesto en película es generado. Película en blanco que es transparencia, que llena de luz a la pantalla al mismo tiempo que la vacía de todo signo, de toda visión, de toda imagen. En “Zen for film” se conjugan la nada, el silencio y el tiempo. Una mirada hacia dentro del gesto fílmico.
Quizás una manera de pensar lo interior y su contrapunto con lo exterior es a través de la metáfora de la piel o la crisálida. “Nhó Nhó Nave” de Ernesto Neto (1999) es una escultura blanda, elástica, navegable, envolvente, traslúcida, orgánica y multisensorial. Evoca la piel, como la frontera entre el paisaje interno de nuestro cuerpo y el entorno, el adentro y el afuera.
¿Sería acaso posible pensar lo corporal desde la idea de pantalla y dispositivo? El contacto y el cuerpo parecen alterarse de manera cabal mientras nuestros móviles nos proponen el touch de superficies planas, lisas y frías.
Pipilotti Rist en su performance “Be nice to me”(2008) habla de la dimensión táctil de la imagen y de la relación del cuerpo (volumen) con la pantalla (plano). El cuerpo atrapado en la pantalla ya no goza de su multidimensión perceptual e intenta traspasar aplastado, comprimido, descorporizado.
Representar la vida interior quizás necesite de escenas en interior. De esta manera lo delinea Bill Viola con su obra “Catherine’s Room” (2001). Cinco pequeños videos encuadran la misma habitación. El tiempo transcurre y sucede en simultáneo, conviven continuamente el día, el año, la vida.
Quizás este interior no sea posible de ser dibujado, grabado o fotografiado. Quizás este interior solo sea posible de ser transitado. Tal vez solo las evocaciones nos conduzcan a delinear aquello que nos rodea pero desde dentro. Así parece remitirlo la obra de Olafur Eliasson, “Your Blind Passenger”.
Dicha obra es un túnel de 39 metros que impide ver más allá del metro y medio. A lo largo del recorrido la luz cambia de color, sumergiendo al observador en un mundo numinoso, donde la única referencia es el propio cuerpo.
El avance por los territorios interiores es por momentos un avance a tientas, donde el color se vuelve hacia dentro para llenar de sensorialidad nuestras emociones.
Les proponemos que en estas semanas investiguen estas imágenes interiores. Ya sea desde el interior de su casa, desde los rincones de una habitación o desde el interior de su propio imaginario. Espejos, colores en singular, silencios. ¿Qué imágenes o gestos provienen desde el interior de este confinamiento?